sábado, 24 de octubre de 2009

Bailando

Parece ser que le encantaba bailar.
Imagino que dando vueltas y vueltas se olvidaba de que no tenía novio.
Imagino que se pondría un bonito vestido y unos zapatos de tacón y que cubriría de orgullo su “quizá” (quizá me quede para vestir santos…)
La veo sentada vestida toda de negro, con su moño blanco, su bastón y la sonrisa invertida. Pensando en no sé qué cosas. O diciéndole a mi abuela que calle sus tonterías.

Mientras mi abuela habla, yo la veo como en una película (cómo no…) a lo Escarlata O´Hara, altiva y bonita, haciendo lo que le da la gana.

Plantada en la puerta de su casa diciéndole a su padre la última palabra y dando un portazo.

Y me pregunto qué hay en ese paréntesis: desde que cerró esa puerta para bailar y bailar, aunque no estuviera bien, aunque le costara un tortazo, aunque hablaran de ella todos mal… hasta ese aparente rencor con la vida.

Se casó mayor, con mi tío Abel que trabajaba en Discos Columbia (un artista, un músico… imagino yo, para hacer el guión más interesante). Y enviudó pronto. Sin hijos.

Nos traía violetas de la Puerta el Sol y caramelos que eran gajos de naranja y de limón.
Me hablaba de Madrid y yo sentía que ella debía ser muy valiente siendo aquello tan peligroso y una heroína que conocía todos los caminos y no dejaba que ningún taxista la engañara.

Le gustaba Madrid.
Creo recordar que hacía esos viajes del Inserso y tenía amistades.

Y pienso en amar.
En amarme.
Para poder amar.

Pienso en mi tía Sátur que bailaba aún cuando su padre no la dejaba.
Que sé casó mayor y enviudó joven.
Pienso en su amargura. Imagino que sentiría soledad.
Recuerdo que sentí que la maté.
Y que decidí aprender que no hay que confundir la sinceridad con la crueldad y qué hay millones de maneras de decir las cosas. Y que la crueldad no es sinónimo de sinceridad en estado puro.
Le dije lo que yo creía que era verdad. Se lo dije porque quería que fuera más feliz o menos infeliz, ya no sé…
Al día siguiente se puso muy malita y murió.

Pienso en amar. En amarme.


La velé varias horas en la noche yo sola. Dedicando ese rato a recordarla, a imaginarla en otros tiempos y soñarla feliz en ese cielo católico del que mi abuela me hablaba.


Pienso en amar. En amarme.
Y tengo miedo a tener miedo a la soledad.
Tengo miedo de que mi corazón se ponga como una pasa de no tener a nadie a quien querer.

(Para Afrodita, sobre Sátur... esa gran desconocida... jajajaja...)

2 comentarios:

  1. Bonito como de costumbre, creo que sería precioso soñar que todo lo puedes.

    Como protagonista y heroe de estas creaciones todo sabemos antes que tú lo vivas, lo bien que te sale todo (cuestiones del guión o del destino, según se mire).

    Sabemos lo valiente que eres porque afrontas tus miedos y los dejar reducidos a cuentos para viejas y antiguas canciones.

    Además, temes lo que no existe y por eso precisamente lo temes porque es tan sólo un futuro de temores que nunca llegarán.

    Alimenta tus alegrías y vivirás tus sueño.

    Un saludo, el agua del mar.

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  2. hola lo tuyo está maravilloso
    da igual enterarse o no
    la vida nos saca el sol a todos
    unos aunque no lo veamos ahí está
    mira ya sé escribir en lo de comentarios
    jejeje

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