sábado, 3 de octubre de 2009

Pensar la vida

Un día me soñé actriz.
Otro día me soñé madre.
Otro gestora.
Otro amiga, otro esposa, otro delgada, otro buena hija y hermana.
Ahora cada vez me creo menos lo que sueño.

De vez en cuando me vuelvo a soñar actriz. Y me imagino que me pongo en forma, que pongo a punto cuerpo, voz y mente y que creo. Que creo (de crear) algo interesante.
Pienso en qué puedo tener que contar. Me gustaría contar la historia de dos hermanas que eran además de hermanas amigas.
Una era gorda y la otra delgada.
La historia de mi persona favorita del mundo. De mi hermana. De cómo un día se fue y trajo a otra persona al mundo y de cómo yo no quería que naciera, porque no quería que me la robara.

Una historia de miedos y de sueños que cambian.

La historia de cuando me quería suicidar desde lo alto de un bordillo, un escalón o a veces desde el ático que es mi casa.
La historia de cuando Ana me salvó la vida y ni siquiera recuerdo cómo pero desde entonces me siento en deuda con ella.

La historia de cuando comía pipas en los bancos de los parques y de cómo domestiqué a un hombre y me sentía responsable de él como el Principito de su Zorro.

Una historia de la vida y de cómo cuando la piensas tanto, esa vida se convierte enseguida en historia.

Había una vez...
... una mujer, una mujer que cantaba jotas. Cortaba las uñas de las niñas recién nacidas detrás de una puerta (me encanta esta historia...). Se decía en su pueblo que si la primera vez que cortas las uñas de un bebé lo hace alguien con un don especial y detrás de una puerta, ese niño recibe el don. ( No, con la familia no vale. A mí me habría gustado también soñarme cantante). De mayor ya no quería cantar.

Había otra mujer a la que le encantaba contar historias. Historias de sus padres y de sus hermanas y de su casa del pueblo, de lo que significa ser bueno y ser malo , de cuando su padre era crupier y de lo mucho que le gustaba bailar a su hermana Sátur, de cuando tenían dinero y cómo vino la guerra y se lo quedo todo...
Cuéntame la historia de cuando conociste al abuelo... y a mí me parecía hipócrita que con todos los relatos de buenos, de héroes, de Dios y de pecado... lo que en realidad me contaba mi abuela era que mi abuelo era muy guapo. Sólo eso.

Yo también conocí un guapo. Bueno en realidad era muy feo, hasta que me enamoré de él y como si fuera la rana del cuento pues se me volvió guapo.

Los encantamientos, que son así porque ahora no sé si es feo o guapo.

Mi abuela Eugenia: alma de jotera. Mi abuela Nico: recetas para la bondad.

Y yo siempre pensando en la vida como si fuera una historia.

4 comentarios:

  1. me ha encantado tu historia...
    sigue creando, imaginando y contándolas...
    mil besos

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Sugiero que escribas obra, vida y milagros de Satur, esa gran desconocida.

    ResponderEliminar
  4. Lo peor de entrar en este blog, es que ahora estoy enganchada... como si fuera un culebrón, jaja...

    Un besillo.

    ResponderEliminar